El Raspall, definido como una herramienta para limpiar, para eliminar lo que existe o para borrar texturas, se convierte en la obra de Lluís Salvador en una herramienta de creación. Cada raspall dejará en la obra la huella de los materiales con los que fue creado. También la memoria del uso para el que fue concebido. Cada diálogo entre herramienta y obra es único.
«Raspalls»
Con este título, el artista valenciano Lluis Salvador nos da las claves de su última exposición,
ya que pone de manifiesto la importancia del proceso en la creación de su obra.
Esta técnica define su lenguaje pictórico. Consiste en raspar o retirar selectivamente
capas de pintura de una superficie para crear efectos de texturas y formas, al tiempo que
revela capas subyacentes de pintura. Elimina y agrega capas a modo de palimpsesto.
Para desarrollarla se pueden utilizar herramientas de lo más diverso como espátulas,
cuchillos, paletas o cualquier otro tipo de objeto con la intención de raspar o rayar la
pintura en áreas específicas. No obstante, Lluis apuesta exclusivamente por el cepillo
tradicional.
Este procedimiento lo utiliza en numerosos soportes como papel o telas. La aplicación de
capas de pintura y su posterior presión con el cepillo sobre la superficie húmeda, crea
efectos de texturas y patrones relacionados con la gestualidad y expresividad del artista,
atendiendo, en gran medida, a patrones de composición. El procedimiento más usual es
raspar la pintura seca y revelar las capas de colores subyacentes. A esta técnica, comúnmente,
se la denomina “sgraffito”, un procedimiento ampliamente usado en la historiografía
del arte. Si retrotraemos la mirada a otras épocas, vemos que artistas como Rembrant
ya lo utilizaban en sus retratos y grabados. Si nos fijamos en artistas más contemporáneos
encontramos a Jean-Mitchel Basquiat, que utiliza esta técnica para agregar capas
en sus pinturas abstractas o Ansel Kiefer, expresionista abstracto que usa pintura acrílica
para crear texturas ásperas que luego raspa para provocar el abismo metafísico. Son
numerosos los ejemplos: Antoni Tàpies que genera profundidad, fragmentación, destrucción
y, sobre todo, emoción; Diebenkorn que en su serie “Ocean Park” agrega detalles y
crea superficies o Frank Auerbach, destacado pintor británico que utiliza pinceladas
espesas y raspado en sus retratos expresionistas para crear una sensación de profundidad
y movimiento. No obstante, uno de los referentes más destacados de la obra de
Lluis Salvador es Manuel Millares, pintor expresionista abstracto vinculado al movimiento
“El Paso”, cuya obra es definida como “pintura de materias”. Un pintor que ha dejado una
profunda huella en la creación artística contemporánea del panorama español.
A propósito de la obra de Lluis, viendo los referentes que como el resto de artistas tiene,
ha llevado esta técnica un paso más allá. Lo ha relacionado con el Graffitti, y lo ha incorporado
a multitud de objetos cotidianos, creando un lenguaje que le hace fácilmente
reconocible. Es un pintor que utiliza los colores principales como son el rojo, amarillo y
azul, pero es, sin ninguna duda, el negro el que está presente en todos y cada uno de sus
trabajos. Es una pintura que funciona perfectamente en cualquier formato y dimensión,
pero, en mi opinión, es cuando se aplica a paredes con texturas variables y de gran
dimensión cuando vemos todo su potencial de una manera definitiva. Un artista muy
vinculado a movimientos sociales, muy relacionado con la contemporaneidad y, sobre
todo, con un lenguaje muy actual en la forma, el lugar y el momento.
Toni_Calderón. Historiador y Crítico de Arte.
«La sinfonía silenciosa de Lluis Salvador»
Para Lluis Salvador, el raspall o cepillo deja de ser una simple herramienta, para convertirse
en el eje fundamental de su trabajo artístico. Un instrumento destinado a borrar,
alisar o destruir, que cesa de restar para comenzar a sumar trazos. Códigos de líneas
oscilantes que combinan la espontaneidad y el azar con la expresión gestual del artista.
Su proceso creativo no se autocensura ni sigue una dirección determinada. Utiliza un
método fluido e inmediato que se abre a la experiencia y genera un torrente de imágenes.
Donde los filamentos flexibles que componen la herramienta de trabajo, se combinan
con la presión e intensidad de la propia acción pictórica. Ofreciendo como resultado
composiciones de rayas paralelas en movimiento, que a modo de patrones de ondas nos
recuerdan a la naturaleza. Líneas quebradas e imperfectas realzadas por un juego audaz
y equilibrado de geometría. Un diálogo entre el artista y la herramienta que se vuelve
hipnótico.
La técnica del cepillado arrastra la pintura, diluyendo la intensidad del color en diferentes
direcciones y provocando un gesto dinámico que enfatiza el movimiento. El cepillo, en
contra de la finalidad para la que fue creado, adhiere material pictórico sobre la superficie,
no lo barre; creando un patrón geométrico de lineas e intersecciones aleatorias, que
genera una tensión visual.
Existe una proactividad hacia el minimalismo y la abstracción pospictórica, que se convierte
en la gran fuerza impulsora del proceso creativo. Un trabajo que explora el impacto
de la automatización y las nuevas tecnologías en el arte, cuestionando el sistema de
valores actual de la pintura y la práctica artística. Una dirección que destaca el componente
artesano y performántico, con obras fruto del gesto rápido, limpio y certero que
rompen la homogeneidad y monotonía.
En los últimos años la obra de Lluis Salvador ha evolucionado hasta cultivar un particular
vocabulario visual, que cuestiona los protocolos y procedimientos de la pintura. Su trabajo,
que ya se expandía de forma libre en murales rurales y urbanos, ahora da un paso más
con piezas que trascienden los géneros. Expande la pintura a los territorios propios de la
escultura y la instalación, con el fin de evitar encasillamientos limitadores. Una búsqueda
constante de nuevas perspectivas dentro del campo pictórico, donde la propia pintura en
un estado sólido-maleable, se convierte en el soporte que recibe el cepillado. Como
consecuencia nos encontramos ante un lienzo matérico formado a base de pintura, que
nos propone reflexionar sobre los conceptos tradicionales del mundo del arte. Piezas que
cuelgan de los muros, se apoyan en el suelo o nos visten, en el más amplio concepto
pictórico.
El trabajo de Lluis Salvador nos sorprende con pinturas minimalistas, ópticamente activas,
elegantes y corpóreas. Obras que presentan una coreografía muda de pentagramas
sin notas musicales, a la espera de que nosotros mismos compongamos nuestra melodía.
Óscar García García. Comisario, cofundador de PAC y director de JUSTMAD y JUSTLX